El
alcohol es otro de los factores de riesgo más frecuentemente implicados en los
accidentes de tráfico. son muchas las
muertes que se pueden evitar si
todos hacemos un consumo responsable del alcohol y nunca conducimos bajo sus
efectos. Por ejemplo, se ha llegado a calcular que de cada 100 accidentes
mortales, el alcohol está implicado de uno u otro modo en entre
30 y 50 de ellos.
Sin
embargo, muy pocos conductores saben a qué
riesgo se exponen exactamente cuándo conducen de este
modo. Muy al contrario, son muchos los mitos
y las falsas creencias que circulan respecto al alcohol y la
conducción.
Por
ello debes ser muy crítico con todos estos tópicos erróneos. Basándote en una información
adecuada, debes ser capaz de valorar
el verdadero riesgo que va a derivarse de una conducción asociada
al alcohol. Además, debes ser consciente de que si sueles beber y conducir, que
el accidente se produzca es, nuevamente, una mera cuestión
de tiempo.
Finalmente,
una prueba de la terrible influencia que tiene la conducción bajo los efectos
del alcohol sobre la accidentalidad es la gran preocupación que demuestran
tener las autoridades públicas para evitar este comportamiento. Son muchos los
esfuerzos que se hacen para acabar con este tipo de accidentes y son cada
vez más duras las consecuencias
legales que puedes recibir si bebes y conduces.
Alcohol y conducción
El
alcohol es un claro factor de riesgo en
la conducción, relacionado con un elevado número de accidentes de tráfico en
carretera y en ciudad. Por ello, para lograr mayor seguridad en las vías
públicas, es fundamental que conozcas todos los aspectos del consumo de bebidas
alcohólicas y su relación con la conducción de vehículos.
El alcohol está implicado en el 30 y el
50% de los accidentes mortales, lo que lo convierte en uno de los principales
factores de riesgo en la conducción.
Los
datos que tenemos de los siniestros de tráfico causados por el alcohol son
escalofriantes. Se ha calculado que de cada 100 accidentes mortales, el alcohol
está implicado entre unos 30 y 50 de
ellos.
El
alcohol es una sustancia frecuentemente consumida en
nuestro país.
Según
las encuestas, un 42% de los conductores españoles beben y conducen alguna vez.
La
mayoría de las veces en las que un conductor determinado bebe y conduce no
suele acabar sufriendo un accidente. Por ello, es muy fácil que dicho conductor
llegue a pensar que no hay peligro y repita este comportamiento cada vez con
más frecuencia. Desgraciadamente, si beber y conducir se convierte en algo
habitual, que el accidente se produzca es una mera cuestión de tiempo.
Aunque tu experiencia particular pueda
hacerte pensar lo contrario, si bebes y conduces con frecuencia es sólo una
cuestión de tiempo que acabes por sufrir un accidente.
¿Vas a seguir tentando a tu suerte?
¿Qué es la tasa de alcoholemia?
La alcoholemia
representa el volumen de alcohol que
hay en la sangre y se mide en gramos de alcohol por cada litro de sangre (g/l)
o su equivalente en aire espirado.
De
acuerdo con la legislación actual, las tasas de alcoholemia
permitidas para los conductores en España son las
siguientes:
ALCOLEMIA Y LEGISLACIÓN ACTUAL.
Conductores en general:
0,50 g/l en sangre y 0’25 mg/l. En aire espirado.
Conductores noveles y profesionales:
0,30
g/l en sangre y 0,15 mg/l. En aire
espirado.
Sin
embargo, cualquier alcoholemia por pequeña que sea, puede alterar tu capacidad
de conducir, incrementando el riesgo de accidente. Por ello, la tendencia a
nivel internacional es ir rebajando las tasas máximas permitidas,
hasta llegar a 0,0 g/l para todos
los conductores.
Aun
por debajo del límite legal, el riesgo de accidente puede verse ya
incrementado.
Por
ello, lo mejor es evitar conducir después de haber consumido cualquier cantidad
de alcohol. La única tasa realmente
segura es 0,0 g/l.
¿De qué depende la tasa de alcoholemia?
Aunque
dos personas beban la misma cantidad de alcohol es muy poco probable que
alcancen la misma tasa de alcoholemia o que lo hagan en el mismo momento.
Incluso si es una misma persona la que toma alcohol en dos días distintos, la
tasa de alcoholemia que alcance también puede variar.
La tasa de alcoholemia que alcances
tras un consumo de alcohol puede variar mucho. Por ello, aunque creas conocer
tus límites, es realmente fácil que el alcohol acabe por darte una mala
sorpresa. Lo mejor es siempre no beber si vas a conducir.
Son
muy numerosas las variables que influyen sobre esta tasa y en la velocidad con
la que se alcanza, aunque en general se suelen distinguir las siguientes:
La rapidez con que se ingiere la
bebida.
La
absorción del alcohol depende directamente de la velocidad a la que bebas.
Cuanto
más rápido tomes la bebida, mayor será la velocidad de absorción y la cantidad
total de alcohol que pase a la sangre.
Por
ello, es recomendable que bebas pausadamente y
que separes en el tiempo las bebidas que vayas a consumir.
También
es bueno intercalar alguna
bebida no alcohólica entre dos bebidas alcohólicas.
Las características del alcohol que
se toma:
La
absorción del alcohol es más lenta para las bebidas
fermentadas (como la cerveza o el vino) que para
las destiladas (como
la ginebra, el ron o el whisky).
Además,
el alcohol tomado junto a bebidas gaseosas (como
la tónica o ciertas bebidas de cola) o caliente puede
favorecer la rapidez de aparición de la alcoholemia.
Por ello, debes evitar el consumo de bebidas destiladas,
especialmente si sueles tomarlas calientes o combinadas con bebidas gaseosas.
Tener el estómago vacío o lleno.
La
rapidez de absorción del alcohol depende de la cantidad que llegue al intestino
delgado, por lo que la presencia de alimentos en el estómago es
una variable muy importante.
Cuando
el tubo digestivo está vacío, la cantidad de alcohol que pasa a la sangre es
mayor y lo hace de forma más rápida. Por ello, no es nada recomendable consumir
alcohol sin haber comido nada.
La edad y la experiencia en la
conducción.
Las
personas menores de 18 años y
los mayores de 65 son
más sensibles a los efectos del alcohol, por lo que es más fácil que tengan
deterioros en las capacidades psicofísicas necesarias para conducir.
Por
otra parte, es importante señalar que los efectos del alcohol son mayores en
los conductores con poca experiencia,
ya que todavía no han automatizado los movimientos necesarios para conducir y
que se aprenden con la práctica. Por ello, a los conductores noveles se les
permite una tasa de alcoholemia menor para circular.
El sexo de la persona.
El
alcohol se distribuye por el cuerpo de forma distinta en hombres y en mujeres.
Por
ello, las mujeres pueden
presentar tasas de alcoholemia más altas con la misma cantidad de bebida,
especialmente si son jóvenes.
El peso de la persona.
La
distribución y concentración del alcohol es diferente en una persona gruesa que
en una persona de menos peso. Con lo cual, una persona
delgada puede obtener una mayor tasa de
alcoholemia con la misma cantidad de alcohol ingerido que una persona gruesa.
La hora del día
Los
seres humanos tenemos unos ciclos de actividad biológica que varían de la noche
al día y de la mañana a la tarde. Sabemos que la eliminación del alcohol es
mucho más lenta durante las horas de sueño.
Por
ello, si antes de acostarte tu consumo de alcohol ha sido elevado, es posible
que por la mañana aún te despiertes con una alcoholemia positiva. Dormir
algunas horas no es suficiente para garantizar una conducción segura.
Las circunstancias personales.
La
fatiga, la somnolencia, la ansiedad, el estrés u otras enfermedades, son algunos
factores que pueden influir sobre la alcoholemia y sus efectos sobre tu
organismo.
La curva de la alcoholemia.
El
alcohol puede empezar a detectarse en la sangre a los 5 minutos de haberlo ingerido
y alcanza su máximo nivel entre los 30 y 90 minutos siguientes.
A
partir de este momento, comienza a desaparecer lentamente de la sangre hasta su
completa eliminación.
Para
representar las variaciones en la concentración de alcohol en sangre a lo largo
del tiempo se utiliza la curva de alcoholemia.
La forma de esta curva depende de todas las variables que has visto en el
apartado anterior, entre otras muchas.
Por
ejemplo, a continuación tienes una curva de alcoholemia para una persona que
ingiera una cierta cantidad de alcohol en unas cuatro horas, y seguidamente se
vaya a dormir.
Como
podemos ver, durante las primeras horas la cantidad de alcohol en sangre aumenta
rápidamente (fase ascendente). En un determinado momento (unos 30-90 minutos
tras la última copa), la curva parece estabilizarse durante un corto periodo de
tiempo (meseta). Entonces, la alcoholemia comienza a bajar lentamente (fase
descendente), hasta la completa eliminación del alcohol de la sangre (que como
ves, en ciertas condiciones puede llegar a producirse hasta 19 horas después de
la primera copa).
Los mitos del alcohol.
A
continuación verás algunos de los mitos y falsas creencias que
han surgido alrededor del alcohol. Estos tópicos están muy extendidos en nuestra
sociedad, por lo que no es extraño que los hayas llegado a creer. Sin embargo,
científicamente son totalmente falsos y debemos desmentirlos.
La
curva de alcoholemia nos muestra cómo varía la concentración de alcohol en la
sangre a lo largo del tiempo. La forma de esta curva se ve modificada por todas
las variables que pueden afectar a la alcoholemia.
¿Sabías que el alcohol…?
-No es un alimento. El
alcohol por sí mismo, no aporta más que calorías al organismo.
- No previene las
enfermedades del corazón. Es cierto que a muy pequeñas dosis puede tener un efecto vaso dilatador, pero su consumo
excesivo tiene consecuencias mucho más graves para la salud.
- No sirve para combatir el
frío. Puede eliminar la sensación de frío, pero no anula sus efectos sobre el
organismo.
- No es un estimulante. En
verdad, es una sustancia depresora del sistema nervioso central.
- No aumenta la potencia
sexual. Al contrario, suele inhibirla con facilidad.
- No estimula el apetito, ni
el crecimiento.
- No incrementa la lactancia
materna.
Respecto
al alcohol y a la conducción,
existe también toda una serie de creencias erróneas compartidas por muchos
conductores. Entre ellas destacan las siguientes:
“No hay peligro si estoy por debajo
del límite legal”
Es
totalmente falso. Como verás en el apartado siguiente, antes de los 0,5 g/l de
alcohol en sangre ya se pueden observar alteraciones en tu capacidad para
conducir.
También
con 0,15-0,20 g/l de alcohol en sangre, aún por debajo del límite legal,
tendrás mayor riesgo de accidente que si no has tomado nada de alcohol.
“Dos personas que beban lo mismo
tendrán la misma alcoholemia”
Esta
afirmación es falsa. Ya hemos visto que, aunque la cantidad de alcohol que
bebas es uno de los mayores determinantes de la tasa de alcoholemia hay muchos
otros factores que van a modificarla de forma importante.
“El alcohol ingerido en la comida no
se absorbe”
Esto
también es falso. Antes comentábamos que beber alcohol con el estómago lleno
puede retrasar la absorción del alcohol y hacer que se produzca de forma más
gradual. Sin embargo, el alcohol ingerido siempre terminará por pasar a la sangre.
“Nunca daré positivo si bebo poco a poco
a lo largo del día”
Es
totalmente erróneo. El hígado es capaz de metabolizar únicamente 0,12 g/l de
alcohol en sangre cada hora.
Por
ello, la eliminación del alcohol del organismo es lenta. Si consumes continuamente
a lo largo del día, tu alcoholemia puede ser al final mayor de lo que piensas.
“Un café, una cabezadita y como nuevo”
Esto
tampoco es cierto. Ni el café, ni el té, ni darse una ducha, ni dormir un poco
son estrategias capaces de reducir los niveles de alcohol en sangre.
¿Sabías que una persona con un nivel de alcoholemia de 1,8 g/l
puede necesitar entre 6 y 10 horas para que su nivel de alcoholemia baje del
nivel máximo permitido?
Trucos para eludir los controles de
alcoholemia
Frente
a lo que se suele pensar, ninguna de las siguientes estrategias ha demostrado ser
eficaz para reducir nuestra tasa de alcoholemia:
- Hacer ejercicio.
-Tomar chicles, caramelos
balsámicos, menta u otras hierbas.
-Tomar caramelos u otros
productos con azúcar.
-Masticar granos de café.
-Beber aceite.
-Fumar abundantemente.
-Consumir cocaína.
-Usar determinados sprays
bucales.
-Beber mucha agua después de
tomar alcohol.
-Tomar clara de huevo.
Son muchos los mitos y las falsas
creencias en relación al alcohol y a la conducción.
Debes ser muy crítico con todos estos
tópicos y ser consciente de que lo más seguro siempre será no beber cuando
tengamos que conducir.
¿Cómo afecta el alcohol a nuestra capacidad de conducción?
No es
de extrañar que el que bebe y conduce tiene muchas posibilidades de sufrir o
causar accidentes. El alcohol produce alteraciones muy
evidentes en tu comportamiento y afecta a casi todas las capacidades
psicofísicas necesarias para una conducción segura.
A
partir de una alcoholemia de 0,5 g/l los
efectos del alcohol son evidentes para la gran mayoría de las personas. Sin
embargo, ya hemos comentado cómo por debajo de ese nivel de alcohol en sangre
puede haber ya un mayor riesgo de accidente.
Además,
por debajo de la tasa legal el conductor no
suele ser consciente del riesgo al que se expone y no toma
las precauciones adecuadas, por lo que puede
aumentar su nivel de tolerancia al riesgo.
Los
efectos que el alcohol puede producir en el conductor son muy numerosos
y muy
variados en función del nivel de alcoholemia. Sin embargo, a continuación
destacaremos únicamente las alteraciones más habituales y
más peligrosas para la conducción de vehículos que
pueden producirse con el consumo de alcohol.
Repercusiones sobre el comportamiento
Una
persona que ha bebido…
• Infravalora los efectos y
las alteraciones que el alcohol tiene sobre su rendimiento en la conducción
(por ejemplo, el típico “yo controlo”).
• Suele tener una falsa
seguridad en sí mismo y sobrevalora su capacidad para la conducción, lo que le
llevará a tolerar un mayor nivel de riesgo.
• Disminuye su sentido de la
responsabilidad y de la prudencia.
Errores e infracciones más comunes bajo
los efectos del alcohol
•
Detenerse en el carril sin causa justificada.
•
No guardar la distancia de seguridad entre vehículos.
•
Realizar giros con excesiva amplitud. Circular por el carril incorrecto.
•
Circular invadiendo el carril contrario. Responder tarde a la señalización.
•
Conducir de forma errática.
•
Efectuar adelantamientos antirreglamentarios.
•
Señalizar de manera incorrecta las maniobras. No utilizar de forma adecuada las
luces.
•
Circular por dirección prohibida.
•
Salir de las zonas de circulación.
• Puede aumentar las
conductas impulsivas, agresivas y descorteses.
• Comete muchas más
infracciones.
Un conductor bajo los efectos del
alcohol:
a)
infravalora la influencia que esta sustancia tiene sobre su organismo,
b)
asume mayores riesgos,
c)
es menos prudente,
d)
es más irresponsable, y e) comete más infracciones.
Alteraciones en las funciones
perceptivas.
Bajo
los efectos del alcohol…
• Se reduce el número de
movimientos oculares y estos son más lentos, por lo que recogemos menos
información del entorno y esta es de peor calidad.
• Se perciben peor las luces
y las señales, especialmente cuando estas son de color rojo.
• Se deteriora la
convergencia ocular, necesaria para calcular correctamente las distancias.
• Es más difícil calcular
adecuadamente la velocidad propia y la de los otros usuarios de la vía.
• Aparecen problemas de acomodación
ocular a los cambios de luz, por lo que se pueden producir deslumbramientos con
mayor facilidad.
• El campo visual se reduce,
por lo que el efecto de visión en túnel puede producirse con más intensidad.
• La fatiga ocular puede
aparecer con facilidad y se producen problemas para mantener la concentración
visual.
Bajo los efectos del alcohol es más
probable que el conductor sufra una distracción, especialmente en situaciones
complejas, si la conducción se prolonga en el tiempo o si los elementos
importantes se encuentran en el entorno de la vía (y no en el centro).
Alteraciones en la atención.
Si
bebes y conduces…
• Tu capacidad para atender a
dos fuentes de información a la vez queda gravemente alterada, lo que resulta
peligroso especialmente en situaciones complejas (por ejemplo, en las
incorporaciones o donde hay mucho tráfico implicado).
• Tu atención se focaliza en
el centro del campo visual, por lo que es más difícil percibir los elementos que
hay en los bordes de la vía.
• Te será mucho más difícil
mantener un nivel de atención adecuado durante un tiempo prolongado.
Alteraciones en la psicomotricidad.
Con
alcohol en sangre…
• Se altera la coordinación
entre los distintos movimientos.
• Es más difícil coordinar la
información sensorial y motora (por ejemplo, ver y actuar en consecuencia).
• Se observa un bajo control
de los movimientos de precisión.
• Disminuye el rendimiento
muscular.
• Se altera el equilibrio.
Bajo los efectos del alcohol se
observa:
a)
una descoordinación motora y psicomotora,
b)
movimientos menos precisos, y
c)
alteraciones del equilibrio.
Repercusiones sobre el proceso de
toma de decisiones.
En
vista de todo lo anterior, debe quedar muy claro que el alcohol altera
profundamente
el
proceso de toma de decisiones en la conducción. Como bien sabes, una adecuada
toma de decisiones es algo muy importante para garantizar la seguridad en la
circulación, ya que la gran mayoría de accidentes se producen por una mala
decisión.
El
alcohol afecta todas las fases de este proceso de toma de decisiones:
• La asimilación de la información (luces,
señales, obstáculos, etc.) es deficiente, debido a las alteraciones perceptivas
y atencionales que acabas de ver.
• El pensamiento y el
razonamiento necesarios para tomar una buena decisión también se ven alterados
gravemente, por lo que son muy frecuentes los errores.
• Las acciones motoras, como hemos
comentado, se des coordinan y se hacen menos precisas.
Además,
cuando consumes alcohol, uno de los cambios más importantes y graves que vas a
experimentar es el aumento del tiempo de
reacción, ya que todo el proceso de toma de
decisiones se hace más lento.
Por
ejemplo, bajo los efectos del alcohol necesitarás más tiempo para detectar que
el vehículo que va delante de ti se ha detenido y decidir entre frenar o
esquivarlo (tiempo
de decisión).
También
tardarás más en ejecutar la maniobra que hayas decidido (tiempo
de respuesta).
Como
hemos comentado, muchos de los efectos que acabas de ver aparecerán en función
de la cantidad de alcohol que hayas ingerido. En el siguiente gráfico tienes
los principales efectos del alcohol en función del nivel de alcoholemia.
Bajo
los efectos del alcohol:
a)
se cometen muchos más errores al volante, y
b)
la toma de decisiones se vuelve más lenta.
La interacción del alcohol con otras drogas como
posible causa de accidente.
En
ocasiones, el consumo de alcohol se mezcla con otras sustancias,
ya sean legales (como los medicamentos) o ilegales (hachís, cocaína, éxtasis,
etc.).
Si
mezclas el alcohol con estas sustancias, las reacciones que se producen son todavía
más adversas y peligrosas para
la conducción, ya que sus efectos se pueden potenciar mutuamente, alterando
capacidades como la percepción, la atención, la memoria, los reflejos, entre
otras muchas.
El
principal problema de combinar estas sustancias es que normalmente se hace de
forma inconsciente, porque no se conocen los efectos o porque se desconoce el
peligro que conlleva. En estos casos, la probabilidad de accidente se
multiplica.
Es importante no combinar el alcohol
con medicamentos u otras drogas. Esto puede potenciar los efectos del alcohol,
de las drogas o de los efectos secundarios de los medicamentos, multiplicando
la probabilidad de accidente.
Tratamiento legal del alcohol.
Como
hemos visto, beber y conducir es un comportamiento muy peligroso para todos
nosotros. Por ello, se observa una tendencia a nivel internacional de ir
endureciendo las consecuencias legales para esta conducta.
La prohibición de la conducción bajo los efectos del alcohol
tiene una larga historia. Ya en la Edad Media la Reina Isabel la Católica
dictaminó unas leyes que castigaban duramente a los conductores de carruajes
bebidos.
En
España, el tratamiento legal de la alcoholemia tiene dos caminos posibles: la
vía penal y la vía administrativa. De este modo, beber y conducir puede representar
una mera infracción o, por el contrario, llegar a tener consecuencias penales.
Tratamiento penal.
Dice el Código Penal que quien conduzca un vehículo a motor o un ciclomotor
bajo la influencia de bebidas alcohólicas, (más de 0>,6 mg/l en aire, trabajos en
beneficio de la comunidad.
Además, también será castigado con una privación del derecho a
conducir vehículos a motor y ciclomotores por un tiempo superior a 1 y hasta 4 años.
Por otra parte, la conducción con temeridad manifiesta y que ponga en peligro la vida o la
integridad de las personas será castigada con penas de prisión de 6 meses a 2
años, además de una retirada de carné de entre 1 y 6 años.
Esto es importante aquí porque la conducción bajo los efectos de bebidas alcohólicas con altas tasas de alcohol
en sangre y con un exceso desproporcionado de velocidad respecto a los límites
establecidos pasa con la nueva legislación a considerarse un
caso de temeridad manifiesta que más de 1,2 g/l en sangre) será castigado con una pena de prisión
de 3 a 6 meses o con una multa de 6 a 12 meses y, en su caso, munidad de 31 a 0
días.
Pone
en peligro la vida o la integridad de las personas, por lo que estas penas se
aplicarán en esas situaciones.
La
consideración de estar bajo la influencia o
bajo los efectos de bebidas
alcohólicas es relativamente independiente de la
tasa de alcoholemia y la realiza el juez,
principalmente a partir de los datos
sintomatológicos que se le proporcionen.
Tratamiento administrativo.
Aunque
no presentes indicios de estar bajo la influencia del alcohol, todavía puedes
dar positivo en el control de alcoholemia. Todo conductor está obligado a
someterse a estas pruebas en los siguientes casos:
• Estar implicado en un
accidente.
• Presentar síntomas
evidentes de alcoholemia.
• Haber cometido alguna
infracción.
• Encontrarse en un control
preventivo.
La
normativa actual no permite circular por las vías públicas a ningún conductor con
tasas superiores a 0,5 g/l de alcohol en sangre (0,3 g/l para conductores
profesionales y noveles).
Tanto
la conducción con tasas superiores a las establecidas, como la negativa a
someterse a las pruebas en los casos anteriores, se considerará una infracción
muy grave. Como consecuencia, se podrá aplicar una multa de entre 301 a 600
euros, acompañada de una suspensión del permiso de hasta 3 meses de duración.
Las consecuencias legales por beber y
conducir van a ser cada vez más duras y más estrictas.
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