Incluso
después de eliminado del organismo, el alcohol sigue perjudicando. Lo demuestra
un estudio que ha examinado a una decena de conductores la mañana siguiente a
una juerga: una resaca puede hacernos manejar un vehículo hasta cuatro veces
peor.
Quien más
quien menos conoce esa sensación de malestar la mañana siguiente de haber
tomado una copita de más.
Es la conocida
resaca, que los médicos definen como el estado caracterizado por la presencia
de al menos dos de estos síntomas: dolor de cabeza, anorexia (falta anormal de
ganas de comer), diarrea, temblor, fatiga, náuseas, alteraciones
visuales-espaciales, hormonales y en la circulación de la sangre que aparecen
tras el consumo y metabolización de alcohol, con graves repercusiones en las
tareas diarias. Y entre esas tareas diarias también está la conducción.
Con el
propósito de conocer si estos síntomas pueden afectarnos al volante, un estudio
de la universidad británica de Brunel ha analizado el comportamiento al volante
de un grupo de once conductores voluntarios antes y después de beber alcohol,
con varios días de separación entre ambas pruebas. La primera se realizó en
condiciones normales; la segunda, tras ingerir una media de alcohol equivalente
al de un litro de cerveza y una copa pequeña de vino.
COMO
EL BEBIDO, EL CONDUCTOR RESACOSO NO ES CONSCIENTE DEL DETERIORO DE SU CAPACIDAD
Cuando
se conduce con resaca...
- - Se sobrepasan los límites de velocidad
4 veces
más.
-
- Aumenta
la media de velocidad +15 km/h.
- -
Las
infracciones en semáforos y STOPS x 2.
- - Las
invasiones de carril se multiplican x 4
- - Metros
recorridos en exceso de velocidad 2.000
- - La
dificultad para conducir se duplica.
TODOS BEBIDOS.
Así, todos ellos superaban los
límites legales de alcoholemia la noche anterior y al presentarse a la prueba,
siete horas después de dejar de beber, varios todavía presentaban niveles bajos
de alcohol.
Naturalmente, estas
pruebas se realizaron fuera de circulación real, en un simulador de turismo de
la propia Universidad de Brunel –construido en un Jaguar– que ofrece la posibilidad
de manipular cualquier aspecto de la conducción. El dispositivo mide
velocidades y distancias, invasiones de carril, colisiones e infracciones.
Ante el conductor se proyecta,
en tres pantallas con una amplitud de visión de 150º, un trayecto de siete
kilómetros y medio por vías de varios carriles y doble sentido, urbanas e
interurbanas, con intersecciones, giros, peatones y animales en la vía.
En estas condiciones, los
‘resacosos’ pusieron manos al volante. Los resultados fueron muy
significativos.
Durante el recorrido en
condiciones normales, la velocidad media fue de 52 km/h; con resaca, subió a 67
km/h. La distancia recorrida a velocidad ilegal fue 2.000 metros, cuatro veces
más que en condiciones normales. Con resaca, las invasiones de carril se
cuadruplicaron y los participantes cometieron más del doble de infracciones,
condujeron fuera de su carril con más frecuencia y más distancia.
LA RESACA PUEDE SER
COMPARABLE AL ALCOHOL O A LA FATIGA
Según los autores, “la
resaca puede ser comparable al alcohol o a la fatiga más que al
teléfono móvil”.
Por ejemplo, se estima que el riesgo de
usar el móvil multiplica la probabilidad de accidente por cuatro o cinco, pero
el conductor es consciente de su limitación y trata de compensarla conduciendo
más despacio o aumentando la distancia con el vehículo de delante. En cambio, el
conductor con resaca o bebido no se da cuenta del deterioro de sus capacidades.
Así, los investigadores concluyen que “tener resaca impide una
conducción segura en las carreteras” a pesar de que durante el test no
observaron mayor riesgo de colisión ni aumentos de los tiempos de reacción. Y,
además, reconocen que los efectos del alcohol residual están totalmente claros,
por lo que “se necesita seguir investigando esta amenaza
potencial a la seguridad vial”.
Cabe recordar que existen diferencias
individuales en la absorción del alcohol y está científicamente demostrado que
los síntomas y la severidad de una resaca no son siempre iguales (ver
infografía). Curiosamente, según algunos autores, la resaca ‘ataca’ más a
bebedores de consumo bajo y medio que a grandes bebedores. De cualquier modo,
el problema de fondo es una vez más el alcohol, cuyo consumo es una de las
principales causas de accidente.
Por ejemplo, en España, está
involucrado en uno de cada tres accidentes mortales; en el Reino
Unido, en el 20%; y en los Estados Unidos,
hasta en el 40%.
De dónde procede la
distracción.
Los mismos investigadores de los efectos
de la resaca han analizado también otros riesgos para los conductores, esta vez
asociados a comportamientos alimenticios durante la conducción y a las vallas
publicitarias situadas en las inmediaciones de las carreteras.
El primer estudio defiende la tesis de
que “comer o beber al volante puede tener efectos perjudiciales para la conducción
segura”. Es la conclusión tras una prueba de conducción en simulador que, en
los momentos de comer o beber, registró más accidentes y una carga mental
significativamente más alta para el conductor.
Un segundo estudio, también realizado por
la Universidad de Brunel, demuestra que las vallas publicitarias de las carreteras
pueden ‘atacar’ la atención del conductor y afectar al control lateral del
vehículo. En esta investigación observaron que, en autopistas y carreteras
convencionales, el conductor presta atención a la publicidad de forma consciente
a costa de otras señales mucho más importantes.
Fuente:http://www.dgt.es
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