lunes, 8 de septiembre de 2014

EL PELIGRO DEL DÍA DESPUÉS

Incluso después de eliminado del organismo, el alcohol sigue perjudicando. Lo demuestra un estudio que ha examinado a una decena de conductores la mañana siguiente a una juerga: una resaca puede hacernos manejar un vehículo hasta cuatro veces peor.





Quien más quien menos conoce esa sensación de malestar la mañana siguiente de haber tomado una copita de más.

Es la conocida resaca, que los médicos definen como el estado caracterizado por la presencia de al menos dos de estos síntomas: dolor de cabeza, anorexia (falta anormal de ganas de comer), diarrea, temblor, fatiga, náuseas, alteraciones visuales-espaciales, hormonales y en la circulación de la sangre que aparecen tras el consumo y metabolización de alcohol, con graves repercusiones en las tareas diarias. Y entre esas tareas diarias también está la conducción.


Con el propósito de conocer si estos síntomas pueden afectarnos al volante, un estudio de la universidad británica de Brunel ha analizado el comportamiento al volante de un grupo de once conductores voluntarios antes y después de beber alcohol, con varios días de separación entre ambas pruebas. La primera se realizó en condiciones normales; la segunda, tras ingerir una media de alcohol equivalente al de un litro de cerveza y una copa pequeña de vino.

 

COMO EL BEBIDO, EL CONDUCTOR RESACOSO NO ES CONSCIENTE DEL DETERIORO DE SU CAPACIDAD





Cuando se conduce con resaca...



-      - Se sobrepasan los límites de velocidad 4 veces más.

-      - Aumenta la media de velocidad +15 km/h.

-      - Las infracciones en semáforos y STOPS x 2.

-      - Las invasiones de carril se multiplican x 4

-      - Metros recorridos en exceso de velocidad 2.000

-      - La dificultad para conducir se duplica.



TODOS BEBIDOS.



 Así, todos ellos superaban los límites legales de alcoholemia la noche anterior y al presentarse a la prueba, siete horas después de dejar de beber, varios todavía presentaban niveles bajos de alcohol.

Naturalmente, estas pruebas se realizaron fuera de circulación real, en un simulador de turismo de la propia Universidad de Brunel –construido en un Jaguar– que ofrece la posibilidad de manipular cualquier aspecto de la conducción. El dispositivo mide velocidades y distancias, invasiones de carril, colisiones e infracciones.

Ante el conductor se proyecta, en tres pantallas con una amplitud de visión de 150º, un trayecto de siete kilómetros y medio por vías de varios carriles y doble sentido, urbanas e interurbanas, con intersecciones, giros, peatones y animales en la vía.

En estas condiciones, los ‘resacosos’ pusieron manos al volante. Los resultados fueron muy significativos.

Durante el recorrido en condiciones normales, la velocidad media fue de 52 km/h; con resaca, subió a 67 km/h. La distancia recorrida a velocidad ilegal fue 2.000 metros, cuatro veces más que en condiciones normales. Con resaca, las invasiones de carril se cuadruplicaron y los participantes cometieron más del doble de infracciones, condujeron fuera de su carril con más frecuencia y más distancia.





LA RESACA PUEDE SER COMPARABLE AL ALCOHOL O A LA FATIGA

Según los autores, “la resaca puede ser comparable al alcohol o a la fatiga más que al teléfono móvil”.

Por ejemplo, se estima que el riesgo de usar el móvil multiplica la probabilidad de accidente por cuatro o cinco, pero el conductor es consciente de su limitación y trata de compensarla conduciendo más despacio o aumentando la distancia con el vehículo de delante. En cambio, el conductor con resaca o bebido no se da cuenta del deterioro de sus capacidades. Así, los investigadores concluyen que “tener resaca impide una conducción segura en las carreteras” a pesar de que durante el test no observaron mayor riesgo de colisión ni aumentos de los tiempos de reacción. Y, además, reconocen que los efectos del alcohol residual están totalmente claros, por lo que “se necesita seguir investigando esta amenaza potencial a la seguridad vial”.

Cabe recordar que existen diferencias individuales en la absorción del alcohol y está científicamente demostrado que los síntomas y la severidad de una resaca no son siempre iguales (ver infografía). Curiosamente, según algunos autores, la resaca ‘ataca’ más a bebedores de consumo bajo y medio que a grandes bebedores. De cualquier modo, el problema de fondo es una vez más el alcohol, cuyo consumo es una de las principales causas de accidente.

Por ejemplo, en España, está involucrado en uno de cada tres accidentes mortales; en el Reino

Unido, en el 20%; y en los Estados Unidos, hasta en el 40%.





 


 De dónde procede la distracción.
Los mismos investigadores de los efectos de la resaca han analizado también otros riesgos para los conductores, esta vez asociados a comportamientos alimenticios durante la conducción y a las vallas publicitarias situadas en las inmediaciones de las carreteras.

El primer estudio defiende la tesis de que “comer o beber al volante puede tener efectos perjudiciales para la conducción segura”. Es la conclusión tras una prueba de conducción en simulador que, en los momentos de comer o beber, registró más accidentes y una carga mental significativamente más alta para el conductor.

Un segundo estudio, también realizado por la Universidad de Brunel, demuestra que las vallas publicitarias de las carreteras pueden ‘atacar’ la atención del conductor y afectar al control lateral del vehículo. En esta investigación observaron que, en autopistas y carreteras convencionales, el conductor presta atención a la publicidad de forma consciente a costa de otras señales mucho más importantes.

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